El camino para mejorar cultivos, hacerlos súper adaptables al clima y menos contaminantes

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Dr. José M. Estevez es Profesor Titular de la UNAB (Chile) e Investigador Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

El desafío que tenemos como investigadores y que nos hemos planteado en la Universidad Andrés Bello, en el Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio) y en el Núcleo Milenio para el Desarrollo de Plantas Súper Adaptables (MN-SAP), es generar plantas climáticamente inteligentes o también denominadas súper adaptables.

El proceso involucra la generación de conocimiento básico o fundamental de cómo funciona una planta, para luego ver de qué manera ese conocimiento se puede aplicar en mejorar cultivos de interés agronómico. Este proceso desde la ciencia básica hasta su aplicación en el campo lleva varios años y necesita de una asociación o consorcio de instituciones públicas y con instituciones privadas.

El potencial de la biotecnología vegetal es muy grande ya que en este caso hablamos de un solo gen (por ejemplo, en las líneas de trigo HB4 más tolerantes a la sequía) y en una planta hay en promedio unos 30 mil genes que se pueden modificar para obtener líneas más productivas. Esto sumado a las nuevas técnicas de edición génica que cuando aplicadas a plantas no se consideran ya que sean transgénicas (no agregan un gen foráneo al organismo sino modifican el endógeno de la planta) representa un salto cualitativo y cuantitativo exponencial en el futuro.

En la actualidad estamos enfocados en desarrollar plantas que sean capaces de crecer en forma óptima con mucho menos fertilizantes en el suelo. Y esto nos trae a la gran problemática que ya existe con la producción de fertilizantes a nivel mundial y la demanda creciente de alimentos que se espera en las próximas décadas.

Dentro de los fertilizantes, el nitrógeno, el fosforo y el potasio son tres de los macronutrientes esenciales más importantes para un crecimiento óptimo de los cultivos en el campo. El problema concreto es que cuando se fertiliza, casi la mitad (o una gran parte) de lo que se agrega se pierde por lavado y no es absorbido por las raíces de las plantas. Esto causa un problema serio de contaminación de los cuerpos de agua circundantes y es un costo importante en la producción agrícola. En el caso fosfato (forma del fosforo inorgánico que se aplica) el problema radica en que su producción no es renovable, se extrae en países políticamente inestables (en África Marruecos y Argelia) y a lo sumo quedan 50-150 años (dependiendo de las estimaciones) de explotación de este stock. China y USA son los dos los productores mayoritarios a nivel mundial. Esto crea un problema serio en la producción sustentable de alimentos en los próximos años y es aún más relevante para países agro-exportadores. Yo confió que más empresas en Chile se empiecen a interesar por la ciencia básica que desarrollamos y que jugará un papel protagónico en el futuro en la producción agrícola.

Creo que tenemos las herramientas biotecnológicas para poder enfrentar este tan complejo desafío que no solo incluye producir más alimentos sino también poder repartirlo de forma igualitaria entre toda la población mundial. Esto son dilemas no solo científicos sino también económicos y sociales. Creo que los biólogos de plantas y los científicos en general tendremos un rol muy importante en un futuro cercano para aportar herramientas para poder hacer frente a los enormes desafíos. Lo que está sucediendo con la pandemia y el COVID-19 nos muestra la importancia de apostar por el desarrollo de un sistema científico sólido y para eso se necesita un presupuesto en ciencia mucho más elevado del que tenemos actualmente en Latinoamérica (como % del PBI).

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