¿Cómo afrontar el nuevo cambio de hora? Recomendaciones desde la cronobiología para minimizar efectos adversos

by Live Comunciaciones

El próximo sábado 2 de septiembre se producirá un nuevo cambio de hora, dando inicio al llamado horario de verano. Así, cuando sean las 00:00, los relojes deberán adelantarse a la 01:00 de la madrugada, generando a contar de ese momento mayor presencia de luz en las tardes, pero menos luz al levantarnos. Se trata de una dinámica que se repite cada año, pero que no deja de reabrir el debate en torno a las reales conveniencias y problemas asociados al cambio horario.

Para el Dr. Luis Larrondo, director del Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio), la definición es muy clara: debería mantenerse un solo horario de manera continua. “Existen datos científicos, fruto de años de estudio, que dan cuenta del impacto negativo que generan los cambios de hora. Episodios de ansiedad, irritabilidad, pero también manifestaciones de baja productividad además de efectos medibles en la salud, son algunas consecuencias que podemos ver cuando el reloj biológico se desincroniza con el reloj social”.

El experto explica que dormir de noche y estar despierto durante el día es la manifestación más evidente de lo que se conoce como ritmo circadiano (del latin circa diem “cercano a un día”). Pero estos ritmos, controlados por este “reloj biológico”, regulan mucho más que eso, ya que modulan diariamente nuestra fisiología así como mucho de lo que ocurre en nuestras células. Por lo mismo, cuando la regulación normal de estos ciclos circadianos se altera, se pueden llegar a ver una serie de problemas fisiológicos, con mayor incidencia de cuadros de depresión, mayor propensión a accidentes, o problemas de rendimientos escolar y laboral. Es más, cuando la alteración del reloj circadiano es frecuente y severa (como en ciertos trabajos por turno), se ha podido evidenciar mayor frecuencia de casos de cáncer,o diversos problemas de salud en la población afectada.

“La alteración de nuestro reloj circadiano es más notoria cuando se pasa al horario de verano, que es lo que ocurrirá ahora  (mucho más que con el cambio que efectuamos en abril, pasando al horario de invierno), pues implica pedirle a nuestro cuerpo despertar a oscuras, previo a lo dictaminado por nuestro reloj biológico, ya que estaremos desalineados respecto a la hora de salida del sol”, detalla Larrondo, explicando que las consecuencias inmediatas pueden ir desde “mayor riesgo de accidentes vasculares e incremento de accidentes de tránsito, hasta fatiga y menor rendimiento, ya sea en el trabajo, el colegio o la universidad, especialmente durante las primeras semanas”.

Aún cuando la comunidad científica ha planteado esta postura en reiteradas ocasiones, el cambio de hora sigue siendo una realidad recurrente en Chile y, frente a eso, es aconsejable tomar ciertas recomendaciones que permiten aminorar los efectos adversos. “Debiésemos tratar de exponernos a la mayor cantidad de luz natural en las primeras horas de la mañana para dar señales inequivocas a nuestro cuerpo de mantenerse despierto. Priorizar actividad física y de exteriores en la mañana es también recomendable.  Asimismo, es conveniente evitar el uso de pantallas digitales al acostarse en la noche, para no retrasar la capacidad de conciliar el sueño y así evitar amanecer cansados la mañana siguiente”, aconseja el director del iBio, añadiendo “las pantallas le dan señales al celebro de que aún hay luz (que es de día) y que debe permanecer despierto más tiempo del necesario”.

 

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