Investigación iBio reveló que los eventos climáticos extremos afectan la calidad del trigo

by Live Comunicaciones

Las olas de calor afectaron a gran parte del planeta durante 2023. La combinación del calentamiento global, el cambio climático y el fenómeno de El Niño está empujando las temperaturas globales a niveles récord, convirtiéndolo en el año más caluroso desde que existe registro. En el caso de Chile, según el Informe Anual 2020 de Medio Ambiente publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), este tipo de eventos aumentaron de 9 a 62 en las últimas diez temporadas, especialmente en la zona central. Y este 2024 no será la excepción.

Varias localidades ya comenzaron la temporada con temperaturas cercanas a los 40 grados, un tema que no sólo preocupa por sus efectos en el diario vivir, sino que también mantiene en alerta al mundo agrícola, que ha tenido que enfrentar pérdidas en el rendimiento de distintos cultivos por esta situación. Y es que estas alzas en las temperaturas, cada vez más agudas y frecuentes, afectan una serie de procesos bioquímicos y fisiológicos en las plantas relacionados con su óptimo funcionamiento y desarrollo, representando un desafío y una amenaza para la agricultura local.

Así lo corroboró el estudio “Respuesta transcripcional y fisiológica del grano de trigo duro frente a un golpe de calor durante la fase inicial del llenado grano”, liderado por la Dra. Anita Arenas, investigadora del Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio) y de la Universidad Austral de Chile. Una de sus principales conclusiones es que, en un clima cambiante, en donde eventos climáticos extremos tales como las “olas de calor” serán cada vez más frecuentes, podrían verse afectados tanto el peso como la calidad del grano en cultivos claves para la seguridad alimentaria mundial, como es el trigo.

“En este trabajo caracterizamos la respuesta de Triticum turgidum durum (trigo duro o candeal) en tratamientos de altas temperaturas en condiciones de invernadero que simulaban una “ola de calor”. Analizamos cambios en la expresión génica global en el grano, así como en componentes fisiológicos del rendimiento, y como estos cambios se podrían relacionar con la calidad final del grano a cosecha. ¿Resultados? Identificamos algunos factores moleculares claves para la respuesta a altas temperaturas, junto a una reducción significativa en el peso (-23,9%) y en las dimensiones del grano, mientras que su calidad también se vio afectada, observándose una disminución en el contenido de almidón, además de incrementos en los niveles de proteína del grano (+14,6%), respecto de plantas de trigo que no fueron sometidas a los tratamientos de calor”, destacó la especialista del iBio.

Sobre este último punto, la Dra. Arenas explicó que serán necesarios futuros análisis para determinar si este aumento positivo en el contenido de proteínas en el grano de trigo duro está acompañado por un cambio en la relación entre gliadinas y gluteninas, que son los principales componentes del gluten.

Desde el iBio esperan publicar en marzo de este año un segundo artículo científico, relacionado a estas temáticas, basado en resultados obtenidos en experimentos en condiciones de campo. Al respecto, la experta relevó que en este nuevo trabajo están colaborando con investigadores del Reino Unido, quienes les han facilitado información para hacer una búsqueda comparativa de los genes candidatos que responden al calor, en una colección de más de 800 genotipos de trigo localmente adaptados a distintas regiones del mundo. Ello, con el fin de evaluar si la variación natural en estas líneas se podría correlacionar con una mayor resiliencia a las altas temperaturas.

“A modo de proyección, en iBio creemos que identificar y comprender los componentes genéticos y moleculares -que determinan la tolerancia al estrés por altas temperatura en las plantas- es clave en el contexto actual de cambio climático, ya que este conocimiento nos permitirá desarrollar nuevas variedades de cultivos adaptados y más resilientes al calor, así como también contribuir a sostener la seguridad alimentaria mundial”, afirmó la Dra. Anita Arenas.

 

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